CARTA A MONSEÑOR FELLAY POR 37 SACERDOTES DEL DISTRITO DE FRANCIA
A Monseñor Fellay.
Excelencia:
Como usted lo escribió recientemente, “los lazos que nos unen son esencialmente sobrenaturales”. Sin embargo, usted tomó cuidado de recordarnos, a justo título, que las exigencias de la naturaleza no deben ser olvidadas por lo tanto. “La gracia no destruye la naturaleza”. Entre estas exigencias, hay veracidad. Pero estamos obligados a constatar que una parte de los problemas a los que nosotros hemos sido confrontados estos últimos meses vienen de una falta grave a esta virtud.
Hace diez años, usted decía como Monseñor Tissier de Mallerais:
“Nunca aceptaré decir: “en este concilio, si se interpreta bien, incluso si se pudiera hacerlo corresponder con la Tradición, podríamos encontrar un sentido aceptable”. Nunca aceptaré decir eso. Sería una mentira. No está permitido decir una mentira, incluso si se tratara de salvar a la Iglesia” (Gastines, 16 de septiembre de 2012)
Pero usted cambió hasta el punto de escribir:
La Tradición de la fe católica debe ser el criterio y la guía para el entendimiento de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, el cual a su vez, ilumina ciertos aspectos de la vida y de la doctrina de la Iglesia, implícitamente presente en ella, y aún no formulados. Las afirmaciones del Concilio Vaticano II y del Magisterio Pontifical posterior relativos a la relación entre la Iglesia católica y las confesiones cristianas no-católicas deben ser comprendidos a la luz de la Tradición” (San Joseph des Carmes, 5 de junio de 2012)
En Brignoles, en mayo de 2012, usted habló de este documento que “convenía a Roma” pero que “habrá que explicar entre nosotros porque hay declaraciones que están tan en la línea de cresta que si ustedes están mal dispuestos o según si se ponen gafas negras o rosas, ustedes la ven de un modo o de otro”. Después usted se justificó de la siguiente manera:
“Si podemos aceptar el ser “condenados” por nuestro rechazo al modernismo (lo que es verdad), no podemos aceptar serlo porque nos adherimos a las tesis sedevacantistas (lo que es falso), y es lo que me condujo a redactar un texto “minimalista” que no tomaba en cuenta mas que uno solo de los dos panoramas y que, por este hecho pudo ocasionar confusión entre nosotros”. (Cor unum 102)
“Este texto, evidentemente, cuando lo escribí, pensé que era lo suficientemente claro, que logré evitar suficientemente los … ¿cómo se dice?- las ambigüedades. Pero… digamos que los hechos están ahí, estoy bien obligado de ver que este texto se convirtió en un texto que nos dividió a nosotros en la Fraternidad. Este texto evidentemente lo retiro”. (Ecône, 7 de septiembre de 2012)
Entonces usted es un incomprendido que, por condescendencia, retira un texto muy delicado que los espíritus estrechos han sido incapaces de comprender. Esta versión de los hechos es hábil pero ¿es justa? Retirar un documento y retractar un error doctrinal no son formalmente la misma cosa. Además, invocar las “tesis sedevacantistas” para justificar este documento “minimalista” que “convenía a Roma” parece fuera de lugar cando al mismo tiempo, y desde hace más de trece años, usted autoriza a un cofrade a no citar más el nombre del papa en el canon después de haberle confiado que usted comprendía su elección ante la escandalosa firma de un documento común entre católicos y protestantes.
Monseñor Tissier de Mallerais confió a un cofrade que esta “Carta del 14 de abril” jamás debería ser publicada porque, según él, usted estaría “definitivamente desacreditado y probablemente obligado a la dimisión”. Lo que confirma la advertencia caritativa de Monseñor Williamson: “Por la gloria de Dios, por la salvación de las almas, por la paz interior de la Fraternidad y por vuestra propia salvación eterna, haría mejor en renunciar usted mismo como Superior General, que excluirme”. (Londres, 19 de octubre de 2012). Por lo tanto, usted tomo esto por una provocación abierta y pública.
Pero cuando Monseñor de Galarreta declaró, el 13 de octubre de 2012 en Villepreux esta frase increíble que podemos escuchar pero no leer en la transcripción publicada por La Porte Latine pues la omitió: “Porque es imposible que a la mayoría de los Superiores de la Fraternidad –después de una discusión franca, un análisis de fondo de todos los aspectos, de todos los pormenores-, es impensable que la mayoría se equivoque en una materia prudencial. Y si, por casualidad, lo imposible sucede, entonces que así sea, de todos modos, vamos a hacer lo que la mayoría piensa”. En Menzingen, el secretario General, el padre Thouvenot, escribió que él expuso con perspectiva y elevación los acontecimientos del pasado junio”.
¿Cómo pudo caer tan bajo la Fraternidad? Monseñor Lefebvre escribió: “En el día del juicio, Dios nos preguntará si hemos sido fieles y no si hemos obedecido a las autoridades infieles. La obediencia es una virtud relativa a la Verdad y al Bien. Ya no es una virtud sino un vicio si ella se somete al error y al mal”. (Monseñor Lefebvre, Carta del 9 de agosto de 1986). Y el padre Berto escribió en 1963: “debemos ver más lejos que la punta de la nariz y no imaginarse que se tiene derecho al Espíritu Santo como por encargo, desde el momento en que se está en un Concilio”.
En una conferencia del 9 de noviembre en París, un prior le preguntó: “a la salida del retiro sacerdotal, dos cofrades me han acusado de estar en rebeldía contra vuestra autoridad porque manifesté la satisfacción respecto al texto del Padre de Cacqueray contra Asís III. ¿Qué fue eso?” Vuestra respuesta fue: “Yo ignoraba que sucedían estas cosas como esta en la Fraternidad. Yo fui quien pidió esta declaración. Además fue publicada con mi autorización. Estoy completamente de acuerdo con el Padre de Cacqueray”. Y durante el retiro de las hermanas en Ruffec, usted confió a seis cofrades que no estaba de acuerdo con el texto del padre de Cacqueray. Usted además se quejó con el de los reproches que el cardenal Levada le hizo durante 20 minutos. Si usted le dio la autorización de la publicación, fue, explicó, para no parecer parcial… pero que personalmente usted desaprobaba el contenido que juzgaba excesivo. ¿Quién entonces, Monseñor, utiliza medios “fundamentalmente subversivos”? ¿Quién es el revolucionario? ¿Quién perjudica el bien común de nuestra Sociedad?
El 9 de noviembre de 2012 en Paris, escuchamos a un cofrade preguntarle: “Yo formo parte de aquellos que han perdido la confianza. Cuántas líneas de conducta hay en el Fraternidad ahora…” Usted respondió: “Es una herida grave. Hemos sufrido una gran prueba. Hará falta tiempo”. Ante esta respuesta huidiza, otro prior le preguntó entonces: “¿Recusa usted su respuesta a vuestros tres compañeros obispos…?” Su respuesta fue también vaga: “Si, cuando la releo, me parecía que hay unos pequeños errores. Pero para ayudarlos a comprender, sepan que esta carta no es una respuesta a su correo, sino a dificultades que tuve con cada uno de ellos separadamente. Estimo mucho a Monseñor Williamson, incluso siento admiración por él, ha habido golpes geniales en esta lucha contra el Vaticano II, es una gran pérdida para la Fraternidad y llega en el peor momento”. ¿Pero entonces quién es responsable de su expulsión? En privado, usted dice muchas cosas: “estaba en guerra”, “Roma miente”… pero usted jamás ha publicado el mínimo comunicado oficial para denunciar estas pretendidas mentiras. Peor, recientemente, a propósito del ultimátum del 22 de febrero, usted avaló oficialmente la mentira del Vaticano
Vuestro lenguaje se ha convertido en un lenguaje interminablemente confuso. Esta manera ambigua de expresarse no es loable, como lo escribió el padre Calmel: “Siempre he tenido horror a las expresiones blandas o evasivas que pueden ser comprendidas en todos los sentidos, a las cuales cada quien puede hacer decir lo que quiera. Y ellas me horrorizan más cuando provienen de autoridades eclesiásticas. Sobre todo estas expresiones me parecen una injuria directa al que dice: “Yo soy la Verdad… ustedes son la luz del mundo… Que vuestro hablar sea si, sí o no, no…”
Monseñor, usted y sus Asistentes han sido capaces de decir todo y su contrario sin miedo al ridículo.
El Padre Nély, en abril de 2012, de paso por Toulousse declaró a una docena de cofrades que “si las relaciones doctrinales con Roma han fracasado es porque nuestros teólogos han estado demasiado inmersos” pero él dijo a uno de estos teólogos: “Usted podría ser más incisivo”
Usted mismo, el 9 de noviembre de 2012, nos afirmó: “Los haré reír, pero pienso verdaderamente que nosotros, los cuatro obispos, somos de la misma opinión” Mientras que seis meses antes usted les escribió: “en cuanto a la cuestión crucial, la de la posibilidad de sobrevivir en las condiciones de un reconocimiento de la Fraternidad por Roma, nosotros no llegamos a la misma conclusión que ustedes”.
En la misma conferencia del retiro en Ecône, usted declaró: “Yo les aseguro que yo no estimé ir contra el capítulo (de 2006) haciendo lo que hice”. Luego unos instantes después respecto al Capítulo de 2012: “Si este es el Capítulo que lo trata, es una ley que vale hasta el próximo Capítulo”. Cuando sabemos que en marzo del 2012, sin esperar el siguiente Capítulo, usted destruyó la ley del Capítulo de 2006 (no al acuerdo práctico sin solución doctrinal), uno se pregunta sobre la sinceridad de la declaración.
Uno de vuestros compañeros en el Episcopado, en Villepreux, nos invitó a “no dramatizar. El drama sería abandonar la Fe. No hay que pedir una perfección que no es de este mundo. No hay que ser tan quisquillosos en estas cuestiones. Hay que ver si lo esencial está allí o no”.
Es verdad que usted no se ha convertido en mahometano (1er mandamiento), usted no ha tomado mujer (6to mandamiento), simplemente usted ha distorsionado la realidad (8vo mandamiento). ¿Pero lo esencial todavía está allí cuando las ambigüedades tocan el combate de la fe? Nadie le pide una perfección que no es de este mundo. Podemos concebir que uno se equivoca ante el misterio de iniquidad, porque incluso los escogidos pueden ser engañados, pero nadie puede aceptar un lenguaje doble. Ciertamente, la gran apostasía predicha por la Escritura, no puede más que turbarnos. ¿Quién puede alegar estar indemne a las trampas del diablo? Pero, ¿por qué tenernos engañados? A todo pecado misericordia, por supuesto. Pero ¿dónde están los actos que manifiestan la conciencia, el pesar y la reparación de los errores?
Usted dijo delante de los Priores de Francia: “Estoy cansado de las disputas de palabras.” Allí está el problema. ¿Qué le impide ir a reposar en Montgardin relajarse y degustar los placeres de la vida oculta? Roma siempre ha utilizado un lenguaje claro. Monseñor. Lefebvre igualmente. Usted también en el pasado. Pero hoy, Usted mantiene una confusión identificando indebidamente “la Iglesia católica, la Roma eterna” y “la Iglesia oficial, y la Roma conciliar y modernista”. Pero, en cualquier caso, usted no puede cambiar la naturaleza de nuestro combate. Si usted ya no desea llevar a cabo esta misión, usted y sus asistentes, deben renunciar al cargo que la sociedad les ha encomendado.
En efecto, el Padre Pfluger dijo públicamente que sufre por la irregularidad canónica de la Fraternidad. Le confió a un cofrade en junio de 2012 “haber sido estremecidos por las discusiones doctrinales.” Saliendo de su conferencia en San José de Carmes, dijo de manera despectiva a quien quisiera escucharlo: “¿Decir que todavía hay personas que no entienden que hay que firmar!” El 29 de abril 2012 en Hattersheim, tras admitir que “los acontecimientos pasados han demostrado que las diferencias en cuestión doctrinal no se pueden combatir,” expresó su temor de ” nuevas excomuniones.” Pero, ¿cómo podemos temer la excomunión de modernistas ya excomulgados por la Iglesia?
El Padre Nely durante una comida para los benefactores en Suresnes anunció que “el Papa había puesto un término respecto a la Fraternidad pidiendo el reconocimiento de la Misa y del Vaticano II ...” añadiendo que “Monseñor Fellay estaba en su pequeña nube y era imposible hacerlo descender de allí.” ¿Pero el padre Nely no firmó también la carta monstruosa a los tres obispos ¿Acaso no estaba también “en su pequeña nube” cuando de paso por Fanjeaux declaró a la Superiora General preocupada por un ultimátum de Roma: “No se preocupen, todo está bien con Roma, sus canonistas nos ayudan a preparar los estatutos de la Prelatura … “
¿Puede usted decir, en conciencia que usted y sus Asistentes han asumido sus responsabilidades? Después de tantas declaraciones contradictorias y nefastas ¿cómo pretenden que pueden gobernar todavía? ¿Quién perjudica a la autoridad del Superior General, si no es usted mismo y sus Asistentes? ¿Cómo pretende hablarnos de justicia después de haberla lesionado? “¿Qué verdad puede salir de la boca del mentiroso? ” (Ecl. 34, 4). ¿Quién sembró la cizaña? ¿ Quién ha sido subversivo mediante el uso de la mentira? ¿Quién escandalizó a sacerdotes y fieles? ¿Quién ha mutilado la Fraternidad disminuyendo su fuerza episcopal? ¿Qué es de la caridad sin el honor y la justicia?
Sabemos que se nos criticará por no respetar las formas escribiéndole públicamente. Nuestra respuesta será la del Padre de Foucauld al General Laperrine: “Pensé al entrar en la vida religiosa que sobre todo debería aconsejar la mansedumbre y la humildad, y con el tiempo, creo que lo que más falta es la dignidad y el orgullo. “ (Carta del 6 de diciembre de 1915). Y de qué sirve escribirle en privado cuando sabemos que un compañero valiente y lúcido debió esperar cuatro años para obtener una carta de usted y esta no tenía respuestas, sino injurias. Cuando un Superior de Distrito sigue a la espera del acuse de recibo de su carta de diecisiete páginas enviadas a la Casa General, parece que Menzingen no tiene otro argumento que la voluntariedad: “sic volo, sic iubeo, sit pro ratione voluntas “.
Monseñor, lo que estamos viviendo ahora es odioso. La justicia evangélica se perdió: Sí sí, no, no. El Capítulo 2012 no hizo nada para aclarar la situación. El Padre Faure, un capitulante, nos advirtió reciente y públicamente en contra de “las cartas y declaraciones de los actuales directivos de la Fraternidad en los últimos meses” ? Otro capitulante le dijo a un colega: “Hay que reconocer que el Capítulo ha fracasado. Hoy en día está bien para una Fraternidad libre en la Iglesia conciliar. Yo estaba devastado por el nivel de reflexión de algunos capitulantes.”
Sus intervenciones y las de sus Asistentes son preocupantes y sugieren que usted no ha hecho sino una retirada estratégica.
A finales de 2011, un Asistente con un cofrade “acuerdista”, trató de estimar el número de sacerdotes en Francia que se negaban a un acuerdo con Roma. Su resultado: siete. Menzingen se tranquilizó. En marzo de 2012, Usted confió que el señor Guenois de Le Figaro era un periodista muy bien informado y su visión de las cosas era correcta. Pero su artículo decía: “Se quiera o no, el Papa y el Obispo Fellay quieren un acuerdo, no doctrinal sino eclesial.” En mayo de 2012, Usted dijo a los superiores de los benedictinos, dominicos y capuchinos: “Sabemos que habrá destrozos, pero iremos hasta el final.” En junio el acuerdo eclesial fue imposible. Sin embargo, en octubre de 2012, pasando por el priorato de Bruselas, sacerdotes diocesanos, invitados del Padre Wailliez le han expresado su deseo de ver un acuerdo entre Roma y la Sociedad. Usted los ha tranquilizado con estas palabras: “sí, sí va a suceder pronto”. Esto fue tres meses después del capítulo de julio.
Monseñor, usted tiene el deber en justicia de decir la verdad, reparar las mentiras y de retractarse de los errores. Hágalo y todo regresará al orden. Usted sabe cómo André Avellin, en el siglo XVI, se convirtió en un gran santo después de haberse avergonzado de una mentira que él había cometido por debilidad. Sólo queremos que usted se convierta en un gran santo.
Excelencia, no queremos que la historia retenga que usted es el hombre que desfiguró y mutiló la Fraternidad San Pío X.
Tenga la seguridad, Excelencia, de nuestra fidelidad total a la obra de Monseñor Lefebvre.
28 DE FEBRERO DE 2013
37 SACERDOTES DEL DISTRITO DE FRANCIA.-